
El año pasado volví a Colombia por primera vez, desde hace nueve años.
Cuando llegué al aeropuerto de Bogotá, mis primos y tíos me estaban esperando. Mi madre, mi tía y mi abuela lloraron de alegría por ver a sus primos y sobrinos; yo, en cambio, sentí alegría pero no la alegría que sentían ellas, porque para mi era como si fueran extraños. Cuando todos nos saludamos, nos subimos en un bus que nos llevó a la casa de mis tíos. A mí, se me hizo eterno el viaje. Cuando llegamos a casa, ya era de noche. Al entrar en casa vi a dos personas abrazadas, llorando. Sentí que el corazón me latía muy rápido, y enseguida me di cuenta de que eran mi hermana mayor y mi padre. Mi padre me vio y me llamó por mi nombre, y luego me abrazó e inmediatamente me puse a llorar. Fue entonces cuando vi a Mary en una de sus manos. Al día siguiente, cuando entré en el baño, había un mensaje escrito en el espejo:
Me abandonaste. Ahora te vendrás conmigo a un lugar en el que nunca te volverás a separar de mí.
Mary.
Me asusté y fui corriendo a mi habitación, y allí estaba Mary, con cara de pocos amigos.
Al día siguiente, yo había desaparecido, y al lado de Mary una nueva amiga que la acompañaba. Mis tíos y primos presenciaron el momento, y lloraron.
Megan.
Me encanta esta historia,sobre todo la primera que se hizo,de la que proviene aunque esta no esta nada mal.
ResponderEliminarUn saludo
Valeria