lunes, 13 de octubre de 2008

El prado...

Caminaba por un prado cuando me encontré ante una señal. En ella ponía: "cuidado con los tigres". No me creí esa advertencia, puesto que en un prado es casi nula la probabilidad de que me encuentre con uno.
Continué mi camino hacia el norte, en busca de la casa de un viejo amigo que se había trasladado desde la ciudad. No soportaba el caótico ruido del tráfico en las horas puntas.
A lo lejos vi una casa, pequeña, pero bonita. Tenía varias ventanas, con unos grandes balcones que la rodeaban. La puerta era doble, de madera, y con un ligero toque de barniz. La casa estaba rodeada por una valla metálica, y esta tenía un portalón que permitía el acceso.
Llegué a la puerta e hice sonar el timbre. Noté que alguien se acercaba a la puerta y movía la manilla.
De repente quedé paralizado y, en lo que suponía que sería el siguiente día, me desperté en mi cama. No recordaba nada...

3 comentarios:

  1. ¿Nos vas a dejar así? ¡Yo quería saber quién te abría la puerta!
    Podías regalarnos una segunda parte.

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  2. Esta muy bien tu historia,pereces todo un escritor jiji...
    La verdad me quede esperando que siguiera la historia...
    Bueno que¡¡¡ muy bien!!!


    att: Vivian Giselle

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  3. Pues tendré que hacer una segunda parte... Aunque lo de hacer historias que no sean de ficción no me va mucho, pero bueno, lo intentaré.

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